martes, 6 de diciembre de 2022

Hoy DIA DE LA CONSTITUCION, semi medieval.

Bien está la celebración en este día de la puesta en vigor, hace ya 44 años, de la última Constitución que, hasta hoy, podemos disfrutar los ciudadanos de este país.

Pero ello, no debería impedir rememorar las cortapisas que influyeron en su nacimiento y al mismo tiempo recordar algunos retos que tenemos por delante.

Tras 5 años convulsos de República, 3 de guerra “incivil” y 40 de Régimen dictatorial, los ciudadanos españoles tuvimos que asumir que la Constitución que nacía el 6 de Diciembre de 1978, era lo máximo a que, de momento, se podía aspirar si queríamos mantener el clima de paz y tranquilidad que en aquel momento había en nuestros pueblos y calles, pese al rencor acumulado de muchos por las barbaries e injusticias de todo tipo sufridas “después de acabar el incivil enfrentamiento”, es decir durante la Dictadura franquista.

Pero ahora, 44 años después, y cuando, en tal día como hoy, nos dedicamos a leer públicamente artículos de la Constitución, que entendemos positivos, no estaría de más que al mismo tiempo pudiéramos leer, sin que ello suponga ningún desdoro ni ataque a la misma, aquellos otros artículos con los que no se está de acuerdo, para que nuestros legisladores tomarán nota y de una vez por todas pensaran en su reforma, mediante los oportunos referéndums llegado el caso.

 

La TORTUGUITA, desde hace años ya, y acogiéndose a lo previsto en el apartado a), del punto número 1, del artículo 20, aboga reiteradamente por ver modificado el punto 3 del artículo 1, así como desaparecidos todos los artículos (56 a 65) comprendidos en el TITULO II.

¿Por qué?

Pues muy sencillo, porque el contenido de todos estos artículos, nos traslada a una rancia época de varios siglos atrás en los que las prebendas, canonjías, sinecuras y beneficios personales, crematísticos y de poder que acumulaba en dicho momento ese “status real” era traspasado “per se” a los herederos familiares, por los siglos de los siglos.

Y ese proceder, que sigue amparado por nuestra Constitución, no se acompaña para nada con la forma actual de pensar de los ciudadanos de este siglo XXI gobernados bajo esa fórmula, máxime cuando se ven las miserias acaecidas en el reinado del emérito, “su inviolabilidad” para temas que no son de la Jefatura de Estado, y las secuelas judiciales que aún arrastra su peculiar etapa.

Con una reforma adecuada de nuestra Constitución se podría solucionar este vidrioso tema y bastantes otros más que pueden estar en las mentes de muchos ciudadanos y políticos que los representan. Pero hay que tener valor para afrontarlo. 

Por cierto, ser republicano no significa ser de izquierdas ni de derechas, es simplemente otra concepción de Estado. Los “sectarios”, con toda seguridad continuarían en sus puestos.

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