miércoles, 1 de abril de 2020

TIEMPO DE SILENCIO

Estamos en un tiempo distinto que, de manera radical, ha cambiado totalmente la visión cotidiana y las normas sociales bajo las cuales vivíamos, de manera despreocupada y quizás demasiado alegre, contemplando única y exclusivamente nuestro más cercano entorno y olvidando y mirando con displicencia toda la problemática que nos rodeaba, siempre que no nos afectara de manera muy directa.

Hace dos meses, los medios nos transmitían noticias nacionales, como el alto número de parados, juveniles y mayores de 50 años; las largas colas en las Oficinas de empleo; el gran número de contratos indefinidos y basura de aquellos que finalmente podían abandonar el paro; los asaltos de inmigrantes a las vallas de Ceuta y Melilla; la gran brecha social en nuestra sociedad; las corrupciones y corruptelas … Pero, más mal que bien, eso quedaba diluido en parte con los grandes atascos en nuestras carretas y autopistas en fiestas y puentes; la ocupación hotelera, en gran parte por turistas; y el gasto ostentoso de aquellos que no estaban incluidos en las clases empobrecidas. Pero, más mal que bien, parecía que España funcionaba o eso creía gran parte de nuestra sociedad.

También noticias mundiales, como guerras y conflictos armados que duran años en países que muchos de nosotros no sabemos ni siquiera ubicar, Siria, Irak, Libia, Yemen, Sudan, Ucrania; de desembarcos, naufragios y muertes de inmigrantes y refugiados en países ribereños del Mediterráneo, Malta, Grecia, Italia, España; de explotación de recursos por parte de multinacionales en países del Tercer mundo; de redes a nivel mundial de venta de armas, drogas y trata de blancas, con corrupciones a ejércitos, policías, y jueces para poder seguir operando; del cambio climático y la pobreza mundial que generaba … Pero todo eso engrasaba el sistema y enriquecía a los países desarrollados, y a los dictadores y delincuentes de los países pobres. Sin embargo, también más mal que bien, parecía que no nos importaba cómo funcionaba el Mundo mientras nuestra cuota de vida no variara. 

Ha hecho falta una epidemia sanitaria en un país lejano, China, que se ha convertido posteriormente en una pandemia mundial, con las dificultades sanitarias que implica el combatirla, con el número de muertos que acumula, y con las dificultades económicas que está produciendo y que va a multiplicar en el futuro más cercano para todas las clases sociales menos encumbradas, para ponernos en nuestro lugar y demostrarnos que somos, a pesar de nuestra prepotencia tecnológica y digital, una sociedad totalmente vulnerable con independencia de raza, edad, genero y estamento social.

Siguen todos los problemas que había hace dos meses, y además ahora luchamos, país por país y pueblo por pueblo, con uñas y dientes por nuestra supervivencia. Nuestras grandes estructuras socio-económicas se están demostrando impotentes y lo que pueden hacer en una alerta planetaria como ésta es poner parches, pero no encontrar soluciones reales y aceptables.

Con seguridad lo vamos a lograr, pero lamentablemente será GRACIAS, como en la pasada crisis económica de 2008, a las clases más desfavorecidas que seguirán aguantando la parte débil de los parches y empobreciéndose más aún, mientras el sistema y el capitalismo acaparará la parte más beneficiosa de los mismos.

Tiempo de silencio, por la situación, de respeto, por los muertos, y de esperanza porque no vuelva a suceder, una vez más, lo de siempre.

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