sábado, 14 de noviembre de 2015

¿Por quién doblan las campanas?, …. doblan por nosotros.


LUTO en Francia, pero no solo allí sino también en casi todos los lugares de este planeta que los humanos desde el inicio nos hemos empeñado en convertir en “miserable”.

Ninguna ideología, ninguna religión ni por supuesto ningún interés económico o político deberían ser el vehículo o la excusa para que, en cualquier parte del mundo, día a día los inocentes sean la moneda de pago y cambio en el avance de todos los oscuros intereses que mueven a nuestras complejas sociedades.

Nos espanta recordar cuantos millones de personas perdieron la vida en el “último conflicto llamado mundial”, acabado hace solo 70 años. Pero ¿nos hemos parado en algún momento a hacer recuento de lo acaecido desde entonces?

¿Cuántos muertos se han producido en conflictos locales, apoyados interesadamente, de una u otra forma, por las grandes potencias?, ¿Cuántas armas han sido mejoradas, probadas y después vendidas?, ¿Cuántos dictadores mantenidos a cambio de expoliar sus materias primas?, ¿Cuántas migraciones de población están generando estos conflictos y situaciones?

No queramos engañarnos, todo esto, manipulado adecuadamente por quienes están a favor de imponer un cambio violento e irracional en nuestra sociedad ha degenerado en lo que estamos viviendo desde el inicio del siglo XXI.
Estamos inmersos en un “nuevo conflicto mundial”, con la diferencia de que los escenarios y las armas son distintas y los resultados finales los mismos, el pueblo llano  y los inocentes son los que lo padecen.

La TORTUGUITA que, por su naturaleza de quelonio no participa de religiones, no cree que el CRISTIANISMO, bien interpretado, hubiera podido promover en su momento “las cruzadas”, ni que el ISLAM, bien leído aunque no se comparta, acoja y defienda lo que algunos pretenden integrar en lo que llaman “yihad”.

No nos equivoquemos, lo que sigue primando desde el inicio de los tiempos son los motivos económicos y el poder, el enfrentamiento de religiones sigue siendo una excusa para movilizar, engañar y radicalizar, fomentando el odio en las gentes al tocar una de sus más sensibles y ancestrales fibras.
O damos un fuerte giro a nuestras políticas sociales, a nivel mundial, o estaremos abocados a continuar emitiendo mensajes de solidaridad y apoyo en favor de las víctimas y de repulsa contra los violentos, sin solución cercana a la vista.

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