Hace dos meses, los medios nos
transmitían noticias nacionales, como el alto número de parados, juveniles y mayores
de 50 años; las largas colas en las Oficinas de empleo; el gran número de
contratos indefinidos y basura de aquellos que finalmente podían abandonar el paro;
los asaltos de inmigrantes a las vallas de Ceuta y Melilla; la gran brecha
social en nuestra sociedad; las corrupciones y corruptelas … Pero, más mal que
bien, eso quedaba diluido en parte con los grandes atascos en nuestras carretas
y autopistas en fiestas y puentes; la ocupación hotelera, en gran parte por
turistas; y el gasto ostentoso de aquellos que no estaban incluidos en las
clases empobrecidas. Pero, más mal que bien, parecía que España funcionaba o
eso creía gran parte de nuestra sociedad.
También noticias mundiales, como guerras
y conflictos armados que duran años en países que muchos de nosotros no sabemos
ni siquiera ubicar, Siria, Irak, Libia, Yemen, Sudan, Ucrania; de desembarcos, naufragios
y muertes de inmigrantes y refugiados en países ribereños del Mediterráneo,
Malta, Grecia, Italia, España; de explotación de recursos por parte de
multinacionales en países del Tercer mundo; de redes a nivel mundial de venta
de armas, drogas y trata de blancas, con corrupciones a ejércitos, policías, y
jueces para poder seguir operando; del cambio climático y la pobreza mundial
que generaba … Pero todo eso engrasaba el sistema y enriquecía a los países desarrollados,
y a los dictadores y delincuentes de los países pobres. Sin embargo, también
más mal que bien, parecía que no nos importaba cómo funcionaba el Mundo mientras
nuestra cuota de vida no variara.
Ha hecho falta una epidemia
sanitaria en un país lejano, China, que se ha convertido posteriormente en una
pandemia mundial, con las dificultades sanitarias que implica el combatirla,
con el número de muertos que acumula, y con las dificultades económicas que está
produciendo y que va a multiplicar en el futuro más cercano para todas las
clases sociales menos encumbradas, para ponernos en nuestro lugar y
demostrarnos que somos, a pesar de nuestra prepotencia tecnológica y digital, una
sociedad totalmente vulnerable con independencia de raza, edad, genero y estamento social.
Siguen todos los problemas que
había hace dos meses, y además ahora luchamos, país por país y pueblo por
pueblo, con uñas y dientes por nuestra supervivencia. Nuestras grandes estructuras
socio-económicas se están demostrando impotentes y lo que pueden hacer en una alerta
planetaria como ésta es poner parches, pero no encontrar soluciones reales y
aceptables.
Con seguridad lo vamos a lograr,
pero lamentablemente será GRACIAS, como en la pasada crisis económica de 2008, a las
clases más desfavorecidas que seguirán aguantando la parte débil de los parches
y empobreciéndose más aún, mientras el sistema y el capitalismo acaparará la
parte más beneficiosa de los mismos.
Tiempo de silencio, por la
situación, de respeto, por los muertos, y de esperanza porque no vuelva
a suceder, una vez más, lo de siempre.
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