Después de las numerosísimas agresiones que nuestro
pueblo está soportando desde hace meses en lo relativo a su ornato, normalidad
en su mobiliario urbano, edificios públicos y obras en proceso de realización, la ola vandálica ha llegado nuevamente a
nuestra Casa de Cultura.
Los ataques comenzaron hace
tiempo con la quema de contenedores,
basuras arrojadas fuera de ellos, grafittis a lo largo de todas las fachadas
públicas y privadas, rotura de cristales en Hogar de Mayores (2 veces
consecutivas), rotura de Panel informativo (otras dos veces), destrucción (2 veces
también) de la obra de acondicionamiento de paseo que se lleva a cabo en la
Dehesa Vieja, etc, etc, etc …
Esto por más que se quiera no
parece casual. No es posible que en tan
corto espacio de tiempo un virus tan nocivo haya infectado de forma tan letal a
nuestra juventud y adolescencia; si así fuera deberíamos comenzar a
cuestionarnos que nuestra sociedad está totalmente enferma y padres y educadores, además de policía y restantes ciudadanos, tendríamos
que ponernos las pilas.
Ojala no sea así, pero quizás algo
más ruin pudiera esconderse tras tanto encono, alevosía, nocturnidad,
irracionalidad y deterioro de nuestra convivencia y recursos económicos; vamos a tener que pensar que, parafraseando la
famosa frase de la obra Hamlet, “Algo huele a podrido en … Moralzarzal”.
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