Cuando
uno se va de su trabajo, por cambio de empresa o jubilación, sean 5, 15, ó 40
los años de su vida que ha dejado en el mismo, los objetos personales que le
acompañan suelen tener cabida en una simple bolsa de mano.
Suelen
ser alguna foto enmarcada de sus hijos, un juego de valiosos bolígrafo y
lapicero de oro, regalo de sus padres, que le acompañan desde su licenciatura
universitaria, una placa recuerdo de sus compañeros de trabajo, si se lo ha
merecido, y en el caso de algunas damas un tiesto que le ha acompañado en las
largas y duras jornadas laborales.
Estas
experiencias las hemos vivido muchísimas veces, bien como sujetos bien como
observadores de nuestro entorno.
Lo
que ninguna vez hemos visto ha sido a ningún jefe o empleado, al abandonar nuestras empresas, llenar de “montones de objetos personales”, “álbumes de fotos personales”, “archivadores de escritos
personales” …. los maleteros de sus coches.
Al trabajo se va a trabajar, y los
papeles que hay en él son de la empresa, y allí deben permanecer a nuestra
salida.
Pero
a la vista de algunas actuaciones, la TORTUGUITA
cuando se jubile está pensando en llevarse en un remolque todos sus artículos publicados,
a pesar de estar informatizados.
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