Lo más rancio y retrógrado de la deriva actual del PP en la Comunidad de Madrid ha alcanzado también, como no, a nuestro Moralzarzal.
Hace 8 años el cabeza de lista
municipal del PP que
durante años mantuvo el absolutismo dictatorial del gobierno en nuestro pueblo,
llegando a considerarlo su particular cortijo, tras su sonado fracaso electoral
por su ineficacia política, abandonó de manera estentórea su condición de
concejal dejando a su suerte a su equipo, que desde entonces no ha levantado
cabeza, y perplejos a sus votantes.
Claro que la razón de su huida, se justificaba con el puesto regalado por su partido en la CAM, como Director del IMIDRA, con un sueldo anual de cerca de 100.000 €, unos 30.000 € más del que se embolsaba como Alcalde de Moralzarzal en aquellos momentos. La bicoca no ofrecía dudas.
Después llego la dura caída con los
cambios en el gobierno de la CAM, y tras su cesantía volvió al redil cebollero
a retomar su protagonismo abandonado. Su impronta, por supuesto, quedó
patente rápidamente, con la defenestración por aburrimiento del
candidato que su partido PP había elegido hace cuatro años en su intento
de actualizar y mejorar su imagen ante los vecinos de Moral.
Por supuesto, con ello, no ha
mejorado un ápice la imagen obstruccionista y sectarista de su formación, que
en todo momento ha trabajado en contra de las mejoras propuestas en estos 8
años para Moral y sus vecinos, pensando solamente en recuperar los sillones de
los que fueron desalojados.
Ahora, trabajando adecuadamente a
la recalcitrante Ayuso aventajada alumna de su mentora Aguirre, ha conseguido
descollar y quizás se las prometa muy felices con su designación como cabeza de
lista electoral del PP
para 2023 pensando en revivir situaciones anteriores, pero olvida que en estos
8 años el horizonte político ha variado muchísimo; su apetecible mayoría
absoluta, incluso pensando en VOX, es harto difícil de conseguir
como estamos viendo en este período. Incluso con coaliciones programáticas
de gobierno más o menos mayoritarias y afines se hace difícil gobernar la Institución.
Los jarrones chinos están bien
como adornos, como puede comprobar si mira hacía su propio partido, pero el
intentar acomodarse nueva y simplemente a un sueldo estable y magro como el
que hace 8 años disfrutaba, imponiendo su santa voluntad, no convence hoy a
día a los vecinos. Mientras no cambien sus formas de actuar y sus modos de
gobierno, adaptándose a lo actual, sería muy raro que este señor y sus “secuaces”,
como ellos definen, tengan una opción clara de volver a dirigir los destinos de
nuestro pueblo.
Así sea.